Cuatro preguntas para solteros: ¿Estás preparado para tener una pareja?

Estas preparado de verdad?

 

Los seres humanos nos caracterizamos por necesitar a los demás, somos seres sociales. A diferencia de otros animales, somos vulnerables y necesitamos de otros para resolver nuestras necesidades más básicas, desde nuestra infancia. Pero no sólo necesitamos a los demás para una mera subsistencia. Los otros, aquellos que nos rodean sean familia o amigos, forjan nuestra personalidad, pueden ser nuestros “bastiones de autenticidad”. El otro, depositario de nuestro afecto o incluso de nuestro amor, se convierte en un espejo y puede ayudar a realizar nuestro proyecto de vida, hacer relucir la mejor versión de uno mismo o, también, la peor. Quizá la relación más importante en la búsqueda de la plenitud, para ser la mejor persona que uno pueda ser, es la relación matrimonial, basada por definición, en el amor incondicional. Lo que interesa en ésta relación es el bien del otro, su felicidad. Sólo quien ama puede ver al otro en su realidad y valorar su potencial. Como somos seres sexuados, hombres y mujeres, nos hacemos nuestra mejor versión de modo femenino o masculino. Por lo tanto llega un momento en que el hombre busca a una mujer y viceversa porque sin él o ella queda incompleta y puede limitar el proyecto vital. La persona por naturaleza se inclina a buscar ese amor perpetuo y exclusivo. Llega un momento en la vida en que ya no le basta el afecto de sus padres, quizás ni el de sus amigos. Llega un momento donde busca esa “media naranja”, esa otra mitad de si mismo, que necesita precisamente para poder ser feliz, para alcanzar la mejor versión de si mismo. Sin embargo, ya no está sólo, ahora son dos, convertido en equipo, basado en la amistad y en una cuidadosa entrega de cuerpo y alma. Por lo tanto el conocimiento del otro se vuelve imprescindible, en esta decisión se juega uno la vida.   ¿Pero cuando llega el momento para poder establecer un vínculo de noviazgo con otra persona? Una persona soltera se pregunta esto constantemente. Se pregunta si él mismo o el otro a quien quiere y/o desea esta listo para esta relación. Hay cuatro preguntas que los solteros se pueden hacer para si ya está listo para iniciar una relación.  

1.       ¿Tengo una noción sólida de quién soy?  

¿Eres un muchacho todavía o un hombre? Un muchacho juega, un hombre asume responsabilidades.  ¿Eres una muchacha o una mujer?  Una muchacha quiere coquetear, verse admirada por los demás. Quizá le gusta cuando otras mujeres le tienen envidia por ser la más bonita o inteligente. Una mujer en cambio, es madura cuando ya tiene una noción clara de quién es. No necesita compararse con otras para medir quién es. Sabe que su proyecto vital es único y se siente cómoda al asumir quien es. Conoce su valor para la sociedad.    

2.       En el caso de plantearse la posibilidad de un noviazgo hay que pensar también ¿Cada uno tiene buen carácter?

Para estar plenamente feliz es importante tener un carácter sólido. Esto no se ve a primera vista. Si uno tiene una perspectiva de larga plazo uno puede preguntarse lo siguiente: ¿ El o ella se puede sostener a sí mismo? ¿Tiene su vida en orden? ¿Cómo trata a los demás? ¿Cómo maneja sus  problemas, sus crisis o caidas? ¿Le gusta su profesión? Antes era frecuente definir el tener buen carácter como tener virtudes. Las virtudes son hábitos buenos. Son difíciles de adquirir y fáciles de perder. Un hombre de carácter es un hombre virtuoso. Tiene dominio sobre sí. Las virtudes hacen posible el proyecto vital. Uno puede tener un ideal de cómo quisiera ser, pero es sólo a través del ejercicio de estos hábitos que uno lo logra. En una relación, el ejercicio de las virtudes, de esos buenos hábitos, no puede faltar. Sin las virtudes, el orden, la paciencia, entre otros, la relación no puede ser exitosa. Una pregunta importante para los solteros es entonces: ¿Cómo puedo mejorar mi carácter? La formación del carácter garantiza felicidad, es una tarea de por vida que se logra a través de pequeños logros cotidianos, usualmente al servicio de los demás.  

3.       ¿Soy capaz de formar una pareja?  

Para formar una pareja debo poder querer a la otra persona incondicionalmente. Esto implica tener amor propio, pero sabiendo querer al otro desinteresadamente, sin que todo gire en torno a uno mismo. Al amar a otra persona incondicionalmente, llega un momento en el que uno se centra y dedica al bienestar del otro, sin egoísmo (aunque si con el debido amor propio).  De esta manera uno sabe asumir la responsabilidad que implica cuidar al otro, hacerle feliz, muchas veces encontrando esa felicidad mutua a través de pequeños sacrificios propios. De ahí puede nacer tal relación, un matrimonio, una familia.  

4.    ¿Cuál es el motivo que cada uno quiere para iniciar una relación?  

¿Se trata realmente de amar al otro?  ¿Lo conoces a fondo como para poder amarlo o estás más bien interesado en características como su apariencia, su estatus social, su riqueza? Muchos solteros además quieren establecer una relación nada más que como un escape de sus problemas, para recibir atención, únicamente para no estar solos sin tener en cuenta si o no compatible con la otra persona. Uno se enamora de una persona, única e irrepetible. Por lo tanto, el motivo para establecer una relación con la otra persona es el querer el bien para esa otra persona en toda circunstancia. En  un verdadero amor el otro juega el papel central. Uno se hace feliz haciendo feliz al otro, aunque tenga talla XL o no sea dueño de un Ferrari. 

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